Los Reyes

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“Los Reyes” de Julio Cortázar

Estreno en Argentina 14-10-98
Teatro Babilonia

Edgardo Píttaro (Minos)
Guillermo Antonini (Teseo)
Miriam Sajeta (Ariana)
Marcelo Velázquez (Minotauro)
Adolfo Jallaguier (Minotauro)
Miranda Nardelli (Citarista)

Investigación corporal: Rhea Volij
Escenografía, vestuario y caracterizaciones: Verónica Lavenia
Diseño de iluminación: Eduardo Safigueroa
Música original: Miranda Nardelli-Valeria Cini
Diseño gráfico y fotografía: Carlos Coccia
Producción: Patricia Viaña

Dirección. Marsha Gall

* Este espectáculo contó con la coproducción de Buenos Aires No Duerme- Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

La puesta en escena de Los Reyes: puesta en crisis.
Por Marsha Gall (directora)

Cómo montar este texto, este poema dramático de Julio Cortázar, nacido tal vez más para ser leído que para su realización escénica. Resulta una tarea ímproba, como la de quien quisiera relatar un sueño haciéndolo vívido para sus interlocutores.

Concepción de puesta, Teatro minimo:

El trabajo con la dramaturgia beckettiana (antecedente de este montaje) despertó en mí como creadora la inquietud por lograr un teatro de síntesis, un teatro de esencias donde cada mínimo elemento fuera explotado al máximo; el teatro de la metáfora, en el que cada signo tuviera una densidad inusitada. De lo esencial a lo intenso. En lo que considero una profunda comunión con el texto de Cortázar (que es más denso que extenso) llegar a la “poesía de lo invisible” buscándola a partir de las distintas materias expresivas: el cuerpo del actor y sus movimientos fragmentados y estudiados con rigurosidad para crear una armonía que guarde coherencia con la acción; el espacio denunciado como vacío y pleno en su desnudez (Borges hablaba del desierto como laberinto); la palabra y el grano de la voz como sustrato de la transmisión de significados; el sonido desarticulado y vuelto a organizar más allá del código de la música; el color y las formas que implica una concepción de maquillaje y de vestuario como pintura corporal. Es decir, el adelgazamiento y revisión de las herramientas de que se vale el teatro para comunicar, para ser.

Este estudio profundo de la “paleta de pintor” con que contamos nos hace dueños de un lenguaje, intentando superar la codificación que la tradición ha fijado, o al menos producir con ella otros juegos.
Aspiramos a la puesta en crisis, a la relectura de lo establecido, así como Cortázar lo ha hecho con el mito, así como Cortázar a través del Minotauro lo hace con el sistema, con los poderes; así nosotros con el discurso artístico, a través de la concepción del teatro como teatro total, producido en y para Buenos Aires en este fin de siglo.

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Reseña de Diana Raznovich
Julio Cortázar, autor teatral