Una conferencia performática

Llegaría al espacio designado. O me encontrarías allí.
Ubicarías tu asiento. O elegirías uno tal vez cerca pero no tanto
por si se tratara de una performance participativa.

Te quitarías la campera, apoyarías la cartera en tu falda,
dejarías la mochila en el piso, silenciarías tu celular,
abrirías un caramelo.
Tomaría un sorbo de agua.
Miraría al público que se va conformando.
Saludaría a alguna conocida o amigue.

Respiraría hondo. Te reclinarías buscando comodidad.
Determinaría el mejor momento para comenzar…
para lanzarme…
para empezar a ser dos, más allá del podio, el micrófono, la computadora, el proyector,
los papeles,
los ya escritos,
los por escribir
en la sección de preguntas.

Y de pronto mi voz, o voces convocadas. Preguntas a explorar, tres o cuatro argumentos para someter a discusión. Ideas, resultado de años de observación, de mirar de lejos, de entender desde adentro. Un ida y vuelta donde siempre hay un pie afuera. Incluso dentro de este preciso momento de disertar un supuesto saber. De ahí lo “performático”, que habla de maquinita, de un hacer mientras se hace, de un proceso que no está garantizado.

¿Qué pasa si alguien toce demasiado? ¿O si alguien larga las preguntas todas juntas, antes de tiempo? ¿O si la gente empieza a irse? Con que a alguno no le caiga el resto empezará a pensar que algo se derrumba. ¿Cómo hacer para afirmar, para dar apoyo? ¿Sentarse más derecha en el asiento? ¿Adelantar el cuerpo, escuchando de más cerca? ¿Dejar los asientos de atrás y amucharse en la primera fila transformando la conferencia en asamblea?

Porque parte de la performance es la traducción de discursos colectivos en una voz solitaria que luego resuena en cada escucha, en cada cuerpa que percibe que no está sola, que hemos convergido de nuevo, como en la iglesia, memoria de la infancia.

¿Y de qué se trata entonces este asunto de una ceremonia con ausentes que no es la muerte, ni el comentario? Una ceremonia que pretende inaugurar una relación que luego seguirá en páginas y ojos y manos y pensamientos y vibraciones e imágenes mentales.

Una performance que no sólo es aquí, sino que fue, y será, y es…tá siendo.

¿De qué tema ocuparse? ¿Cuál es el corazón? La espalda. Nos las hemos ingeniado para activar a la distancia, acumulando historia y fuerza, desborde. ¿Y ahora? Ahora, nos falta la otra, eso pensamos. Y a la vez, basta con eso. ¿Cuál es el plan? Usemos este ahora. Una conferencia que se vuelva asamblea, acontecimiento en vivo. No estudio de lo que pasó ni meditación sobre lo que (nos) pasa sino hilo candente que atraviesa eso y ésto.

Dar lugar para que algo pase, sin elles, sin mí.